Lo inesperado, por no decir lo imposible, como la barbaridad de marcar dos goles en 4 minutos después de dos meses de inactividad y de reaparecer corto de partidos, llega a ser previsible en la vida de Messi, el futbolista único y más genial de todos los tiempos. Acaso un extraterrestre.
Como llevaba cinco años de titular sin lesionarse, este registro de reaparecer a lo grande, administrando con angelical destreza y pericia asesina los diez balones que jugó, dos de ellos enviados al fondo de la red, permanecía inédito en el álbum de sus proezas.
Anoche sumó la enésima hazaña personal de una leyenda de la que fueron privilegiados testigos los 39.299 espectadores que poblaron las entusiastas gradas del Camp Nou y los millones de espectadores que por televisión quisieron ver en el cuarto de la noche un 'remake' de aquel histórico golazo con eslalon, también de Copa y ante el Getafe. El Camp Nou, enloqueció justificadamente de felicidad y de alegría, alucinado como si hubiera visto un Superhéroe. Quizas.
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